El arte es para mí más que una finalidad estética o un placer sensorial. La creatividad, junto con el amor, es la forma más plena de recrear y crear la realidad. El mayor transmisor y generador de emociones, energía y belleza. En mi caso, a través de materia plena de significados e intenciones.
La selección cuidadosa de meteoritos metálicos, de gemas y de las piedras más raras elegidas por su calidda superlativa, me inspiran y dictan cada creación. Ellos constituyen la columna vertebral de una estética atemporal y del resultado final: joyas increibles de una extraordinaria y singular belleza, que trascienden el puro adorno porque además de hermosas en sí mismas evocan su conexión con el universo.
Mi objetivo es convertir estos materiales excepcionales, materia y tiempo inspiradas en la naturaleza y sus formas básicas en algo que sea mucho más que un accesorio. Verdaderas joyas alejadas de la tendencia. Clásicas en el sentido griego del término, es decir, sobrias y que se hallan fuera del tiempo. Hechas para perdurar.
Cada pieza evoca una sensación diferente, una historia que lo envuelve en el inconfundible atractivo de la materia, la historia que conlleva y su identidad única. También el estilo propio, simple, ordenado y coherente con su esencia: la Armonía del universo, que se produce desde el punto de vista de la Ciencia, de la Estética y del Arte como instrumento de conocimiento, e incluso de la Ética como papel en el análisis reflexivo.
Como artista intento salvar cualquier restricción técnica que limite la creatividad, pero como diseñadora, inusualmente, me pliego a los materiales que manejo consciente de lo increíble de éstos.
Realizar alta joyería, piezas exclusivas en su clase y perdurables, aún en estos tiempos en los que la mayor parte de las realidades sólidas se han desvanecido dando paso a un mundo provisional y ansioso de novedades, es mi motivación.